Dos años después volví a quedar embarazada, pero jamás me imaginé que vendría la prueba más grande de mi vida…me enfrentaría al primer encuentro con la muerte.
Exactamente a los seis meses y medio, empece a sangrar por la nariz y me asusté mucho por lo que llamé inmediatamente al médico, quién tranquilamente me dijo que era una irritación nasal. Fui muy preocupada a realizarme un ultrasonido, donde en ese momento me dijo que mi hijo tenía problemas, los cuales no me supo explicar que le ocurría.
Días después me puse peor y mi esposo me llevó al hospital en un taxi, ya que para ese tiempo no contamos con un automóvil y él no sabia manejar. Al llegar al hospital, el doctor me examinó y me mandaba para la casa cuando la partera le dijo : doctor ella tiene la presión muy alta…y descubrieron que tenía preclancia…batalle por tres días donde traban los médicos de bajar la presión pero no pudieron y decicieron operarme con la advertencia de que el niño no viviría.
Al tercer día, el día de mi cumpleaños nacia mi hijo, pesando una libra con 14 onzas con tan poca probabilidades de vida. Los médicos me dijeron: no va hablar, no va a oir, tiene la cabeza grande, y no le damos esperanzas de vida. Estuve en el hospital 10 días y hasta ese momento no lo había visto porque estaba vivo pero en una encubadora.
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